Javier de Luna
Esmalte sobre vinilo
Papel ingres y vinilo.
30 x 21 cm
240
Llorar más de tres veces.
Durante, antes o después de un “te quiero”. Antes o después de follar, antes o después....
Durante un latido;
Un llanto en un latido. La duración y el equilibrio de una manecilla de reloj.
Una manecilla estática en un reloj sin pilas.
Silbar, susurrar.
La imaginación me viola mientras me penetras, pero ni siquiera yo soy capaz de darme cuenta.
Hasta el final.
Quién es quien me está matando,
Quién es quien me está martirizando.
Soy quien introduce tornillos, lentamente, a rosca, poquito a poco, quebrando el cráneo, secando el cerebro, como una esponja, un lienzo de óleo quebrado, colores, rosa, negro, oscuridad.
I've seen
a darkness.
Y sólo el dolor me hace eterna o ignorante, quizá ambas cosas; las dos son lo mismo.
Borrar la existencia en un gemido, un mordisco. Borrando mi angustia, convirtiéndome en un cuerpo.
Vulgarizar mi cuerpo para poder reconocerlo hermoso después. Eso me haces, por eso te quiero.
No quiero jugar al recuerdo, ni a los celos, ni a la tentación de un reencuentro.
No quiero perder.
No quiero perderme.
No quiero perderte.
No quiero jugar al juego del caracol.
Esta espiral, estas ganas de hundirte aún sabiendo que de ese barco tampoco yo podría salir indemne.
El recuerdo de lo efímero, el silencio.
No sé reaccionar, no quiero verte aunque imagino que vuelvo a tocarte.
¿Por qué?
¿Por qué siempre me hice a la idea de que terminaría, para evitar llorar al final, y en cambio ahora no soy capaz de pensar en finales porque ya estoy llorando antes de terminar?
¿Por qué no dejo de pensar en la eternidad?
ADRIANA BAÑARES
La involución cítrica
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